sábado, 6 de febrero de 2010

Lady Gaga, la cantante que está revolucionando la moda


“La música de Lady Gaga es como la banda sonora de nuestro tiempo”, dijo Elton John después de cantar a dúo con la estrella norteamericana del pop que en la pasada gala de los Grammy se llevó los reconocimientos a Mejor disco y Mejor grabación por The Fame y Poker Face, por encima de Madonna y Britney Spears.

Quizá la sentencia que John hizo exaltado mientras usaba su antifaz rosado sea más verdadera y compleja de lo que dejaba intuir su emoción. En realidad, no sólo la música de esta mujercita habla de nuestros nuevos modos de divertirnos. Sus atuendos, su actitud, la forma como distribuye su música (15,3 millones de descargas y 321,5 millones de reproducciones en MySpace), aunque aún nos sorprenda, es una radiografía detallada de los lugares insospechados hacia los que vira el empoderado mundo del espectáculo.

El periódico Wall Street Journal le dedicó una artículo en donde la reconoció como un nuevo modelo para la industria musical que va más allá de vender álbumes y que incluye giras, actividades de marketing y hasta participación en sus contratos de maquillaje. La revista Vogue, por su parte, a pesar de salirse de todos los cánones de sobriedad, la reconoció como una de las mejores vestidas en 2009, y la razón que adujo su tirana directora, Anna Wintour, fue: “El atrevimiento de Lady Gaga ha inspirado a los diseñadores y ha liderado una corriente de estilo”.

Esta joven de tan sólo 23 años, hija de una familia italiana radicada en Nueva York, que tocó piano a los 4 y a los 17 ya estaba ingresando a la escuela de arte de la universidad NYU, simplemente admite: “No es sólo acerca de la música, es acerca del performance, la actitud, el look, es todo. Quiero lograr una integridad nunca antes vista”.

Estrafalaria desde sus pelucas hasta sus vestuarios, Lady Gaga llama a sus seguidores “pequeños monstruos”. Apareció en los MTV Music Award con un vestido de tul que le cubría el cuerpo, el rostro y hasta el copete, y de repente, en medio de una poderosa canción para bailar, fue capaz de sacar sobre el escenario un puñal de mentiras y hacer el teatro, con sangre artificial, de estar lacerándose en vivo.

Si se pudiera poner en una máquina mezcladora algo de Marilyn Manson, una pisca de diva de Madonna, el talento de Cindy Lauper y lo camaleónico de David Bowie obtendríamos irremediablemente a esta Lady que hace que todos digan “¡Oh my Gaga!”. De la mano de esta mezcla innombrable se puede intuir que ni siquiera los lugares livianos del pop por estos días se libran del drama en el que parece regocijarse la juventud.

Como era de esperarse, la autora de éxitos como Dirty ice cream, llegó a la gala de los Grammys con un vestido que entre princesa del vaudeville y dama del espacio dejó a todos boquiabiertos. Pero esta vez, semejante atuendo no había sido diseñado por ella, como era su costumbre, sino por el mismo genio de la moda Giorgio Armani. “Ella es un fenómeno de la moda actual, fue un deleite crear este vestido. Ella está llevando la alta costura a unos niveles que hasta ahora pocas artistas habían explorado, no tiene miedo y por eso va a ser muy grande”, respondió Armani ante la cámara del canal E! dejando sin palabras a la periodista Giuliana Rancic, que no podía creer lo que estaba viendo.

Esta máquina viviente de hacer editoriales de moda (ya no hay que ir a una pasarela o las páginas de una revista, basta con verla para vivir la fantasía de la moda) fue también la valiente que usó los zapatos imposibles que diseñó el inglés Alexander McQueen bautizados “Armadillos”. En el video de su canción Bad Romance, mientras sacude su peluca y canta... “amo tu fealdad, tu enfermedad, tu drama”, Lady Gaga camina como diosa sobre unos zancos que no se parecen a nada que hayamos visto antes. Esos zapatos son como ella: nos deslumbran y nos fastidian, quizá porque el mundo no sabe aún cómo entenderlos. ¡Qué las generaciones jóvenes se encarguen de eso!

Fuente:elespectador.com

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